Otro monumento en Berlín que recuerda a la Guerra Fría

Teufelsberg,

En Berlín destaca la estación dedicada a las escuchas al mundo comunista durante la Guerra Fría que la NSA compartía con los servicios británicos ubicada en el Teufelsberg, “el monte del diablo”.

Un total de cinco radomos, esas cúpulas que protegían las antenas dedicadas a las escuchas, resisten allí el paso de los años. Todos los equipos de espionaje dejaron las instalaciones hace unos años.

Pero a pesar del ruinoso estado de los edificios que existen en el lugar, éste se ha convertido en un singular atractivo turístico, uno más en la larga lista de puntos de interés histórico relacionados con la Guerra Fría que se pueden ver en la capital germana.

El Teufelsberg se sitúa en el punto más alto de Berlín ya que  se levanta unos 115 metros sobre el nivel del mar. Esta elevación nació del apilamiento de escombros provenientes de la destrucción de la metrópolis teutona en la Segunda Guerra Mundial. Bajo esos deshechos, aún se pueden encontrar los restos de la Facultad de Tecnología Militar del Terer Reich que diseñara en su día Albert Speer, el arquitecto favorito  de Adolf Hitler.

Lo que hoy en día el turist puede ver  es todo un monumento al espionaje, un conjunto de edificios que conforman  un conjunto arquitectónico de aire más bien post-industrial. Su construcción data de la década de 1960, mas la montaña estuvo dedicada a las escuchas desde la década de  1950 . Las vistas del Grunewald, el mayor bosque de la capital, de Berlín y del río Havel son de una belleza única desde el Teufelsberg.

Convirtiéndolo en zona visitable por turistas, se rinde  un particular tributo a los más de 1.500 estadounidenses y británicos que trabajaron allí. Lo hicieron hasta la reunificación germana, una vez desmantelada la República Democrátia Alemana y derrumbado el muro de Berlín. En 1991 la estación fue desmantelada totalmente.

Sin embargo lo que queda de la estación del Teufelsberg es  un punto de particular relevancia histórica convertido en galería para grafiteros. Sus muros hacen de ella una de las galerías de graffitis más grandes de Alemania. Visitarla cuesta quince euros y se puede hacer  los siete días de la semana.

Foto vía Wikipedia

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