Pfaueninsel, la isla del pavo real

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Pfaueninsel es una de esas joyas de Berlín que uno debe visitar de forma ineludible durante su viaje a la capital alemana. Y no te olvides de llevar tu cámara fotográfica pues aquí puedes realizar muchas fotografías inolvidables. Maravilloso. Se llega a la isla en un ferry que cuesta poco más de un euro.

Como recién salida de un cuento de hadas, la onírica Pfaueninsel (la isla del pavor real, en el río Havel, es fruto de la fantasía romántica del rey Federico Guillermo II quien, en el año 1797, contrató los servicios del arquitecto de la corte, John Gottieb Brendel, para construir un falso palacio medieval, donde gustaba retozar con su amante. Las visitas guiadas por el interior son muy interesantes.

Es muy agradable pasear bajo los ancestrales árboles del parque. Lo diseñó el prolífico Peter Lenné en 1822, como complemento a la residencia estival de Federico Guillermo II. El parque se completó con numerosos animales, que más tarde serían los primeros moradores del zoo del Berlín, también creado por Lenné. Los pavos reales que dan nombre a la isla aún se pavonean por ella de forma tranquila.

Durante el paseo el visitante se topará con otras construcciones. Destaca entre ellas la Kavaliershaus, con su fachada gótica, y el Meierei (establo), que forma parte de la granja y que está situada dentro de un falso monasterio en ruinas. Los fines de semana se programan visitas guiadas al engalanado salón de fiestas que incluyen también el piso superior.

Desde que la isla se convirtió en reserva natural la lista de actividades Verboten (prohibidas) se ha multiplicado: no se puede fumar, ir en bicicleta, nadar, llevar mascotas ni radios. Sí se puede ir de picnic, una buena idea por cierto. En la isla no hay ni cafés ni restaurantes.

Foto vía Guía de Berlín

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